Si llamas a mi puerta,
ven con la voz baja,
con susurros al oído,
y mirándome a la cara.
Si pretendes mi cariño,
no alardees de grandezas,
enséñame tus manos vacías,
y tu mirada sincera.
Si deseas toda mi dulzura,
debes hilar con mimo,
pues la rueca de la mentira,
romperá seguro el hilo.
Si quieres entrar en mi alma,
debes tener magia en los dedos,
saber andar sobre nubes
y correr bajo aguaceros.
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